Mes de octubre y Rosario están indisolublemente unidos. En este mes se vio libre la Cristiandad del peligro agobiante de los turcos, enemigos fieros de nuestra fe. La gran victoria de Lepanto se debió evidentemente al arrojo de las armas cristianas, pero por encima de todo fue el premio a la confianza del Papa y de toda la Iglesia reunida en oración con el rezo del Rosario. La armada cristiana era inferior a la turca, pero Dios bendijo al pueblo suplicante que oraba con el rosario en las manos.
España se vio libre del comunismo por el rezo del Rosario en las familias y en las cárceles. El poder del comunismo y las fuerzas con él coaligadas que contaban con la ayuda tremenda de la Unión Soviética, era muy superior a las fuerzas que defendían la fe católica. Pero contra todo pronóstico, el Señor dio la victoria a quienes defendían los derechos de Dios y de la Iglesia. Austria se vio libre de la invasión soviética por el rezo del Rosario de sus hijos.
La Santísima Virgen ha dicho a sor Lucía, la vidente de Fátima, que no se le dará al mundo otro medio de salvación que el rezo del Rosario. Es el último medio que pone en nuestras manos la misericordia de Dios que quiere, en estos tiempos postreros, que sea glorificada de manera especial su Santísima Madre. Lo mismo enseñaba el beato P. Pío. El Rosario es medio concedido por Dios para estos últimos tiempos. Fue él en especial el apóstol del Rosario.
Hoy el mundo está amenazado de un tremendo castigo. La Historia nos enseña cómo Dios levanta a los pueblos como premio a sus virtudes y los hunde como castigo por sus maldades. Algunos dicen que es ser profeta de calamidades el hablar de castigos de Dios. Están muy equivocados. Porque Dios, que es infinitamente misericordioso y paciente con los que se arrepienten y piden perdón, ha de ser justo con las sociedades y los pueblos que desprecian su santa Ley.
Las naciones, los pueblos, las sociedades humanas reciben los premios y los castigos en cuanto tales en esta vida, porque no hay naciones, ni razas, ni sociedades humanas en el cielo, donde solamente reinará la sociedad sobrenatural de los hijos de Dios. Hoy clama al cielo el tremendo pecado social, la mayor injusticia que han conocido los siglos. Solamente en España, entre 1987 y 1997, se asesinaron con el crimen legal del aborto 441.195 niños. Nuestra última guerra del 36 al 39 fue mucho más suave, pese a su crueldad y destrucciones. Los muertos no llegaron a los 300.000. Solamente en los seis años últimos se han asesinado en España, en virtud de la ley del aborto, 288.244 niños.
Crimen abominable. Cifras espeluznantes. En España se ha detenido la población que empieza a envejecer. Añadamos las docenas de millones de infanticidios en todos los países antes cristianos o llamados ahora occidentales, que han enseñado con su superior técnica los métodos abortivos a todo el mundo. Bajo los nombres rimbombantes de pluralismo, respeto a los derechos humanos, liberalismo, democracia, socialismo, legalidad, estados de derecho, se está perpetuando la mayor matanza de inocentes, el mayor crimen contra la ley eterna de Dios, la ley natural, la dignidad del hombre, la justicia social, que han visto los siglos.
El Rosario, rezado con esa intención: para que el mundo rectifique y se detenga la justicia de Dios y cambie de rumbo la marcha de la humanidad que camina al suicidio común de pueblos y civilizaciones, es el remedio eficaz. En esta guerra contra las potestades del diablo, enemigo de la naturaleza humana, que quiere destruirla, el Rosario hará que la humanidad vuelva al respeto a la ley de Dios y de la vida creada por Dios.
José María Alba Cereceda, SJ
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