domingo, 2 de octubre de 2011

Nuestro Cardenal en la fiesta de la merced

En la pasada fiesta de nuestra Señora de la Merced, nuestro Señor Cardenal, ofreció una homilia  a los asistentes a la misa mayor en la Basílica de la Merced, digna de ser meditada. Me gustaría destacar dos puntos de esta homilia:



La nostra arxidiòcesi de Barcelona inaugura un nou Pla Pastoral i un dels seus objectius prioritaris és continuar treballant en la solidaritat com expressió de l’amor i de la fe per ajudar a moltes persones i famílies que sofreixen les conseqüències de la crisi econòmica.
<Nuestra archidiócesis de Barcelona inaugura un nuevo Plan Pastoral y uno de sus objetivos prioritarios es continuar trabajando en la solidaridad como expresión del amor y de la fe para ayudar a muchas personas y familias que sufren las consecuencias de la crisis económica> 

La nostra solidaritat s’enriqueix amb els ulls de la fe. Si en la meva vida falta completament el contacte amb Déu, podré veure sempre en el proïsme només l’altre, sense aconseguir reconèixer en ell la imatge divina. En veure’l amb els ulls de Crist, puc donar a l’altre molt més que coses externes necessàries: puc oferir-li la mirada d’amor que ell necessita.
<Nuestra solidaridad se enriquece con los ojos de la fe. Si en mi vida falta completamente el contacto con Dios, podre ver siempre en el prójimo sólo a otro, sin conseguir reconocer en él una imagen divina. En verlo con los ojos de Cristo, puedo dar al otro muchas mas cosas que externas necesidades: puedo ofrecerle la mirada de amor que él necesita>

Este es el camino que nos ofrece nuestro cardenal para vivir con profundidad la fe cristiana, este camino de ver en el otro a Cristo, de manos de María Santísima ha de ser la llave que abra las puertas de la antigua ciudad de Barcelona aquella en la que reinaba Cristo, y no la hipocresia y el libertinaje. Es el camino para abrir las puertas a la Barcelona de los santos, y cerrar la de la barcelona de la cultura de la muerte y del olbido. Es el camino que pondrá fin a los cristianos a la carta, y los cristianos de conveniencia. 

Pero todo esto queda en el aire si no se bebe de la fuente de los sacramentos, tenemos que entrar en el templo de Dios para adorar al Dios verdadero, como Él quiere ser adorado, para salir fuera y contagiar al prójimo con ese amor que brota del ara, y que es semilla de nuevos cristianos. 

La renovación de la Iglesia de Barcelona, y de la Iglesia universal, pasa por la sagrada liturgia, la obra de Dios, la promesa de permanecer en nosotros, y renovar nuestra vida cristiana se fundamente en esos altares olbidados, y despojados de su sentido sacrificial, convertidos en mesas, al rededor de las cuales se organizan espectáculos músicales, alrededor de los cuales se unen los laicos en comunidad, hay que despojar toda mundanidad, toda impureza de las celebraciones litúrgicas hasta que no entendamos esto, hasta que no sepamos ver a Cristo donde realmente está, no seremos capaces de verlo en los hermanos como realmente está.


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